jueves, febrero 16, 2006

VOLUME WARS - Las Guerras del Volumen (Parte II)

Este artículo es una continuación del que podéis encontrar aquí

Una vez aclarado el concepto de lo que se entiende por masterizado me gustaría repetir una vez más que el "masterizado" no es una "mezcla de calidad superior", ni tampoco un trabajo que pretenda sustituir la importantísima labor de la mezcla. Lo menciono porque ya empieza a ser habitual oir la confusión entre una mezcla que "suena bien" y una mezcla "masterizada". Es decir, algunos creen que una mezcla mala sencillamente necesita de un "técnico con categoría de master" para terminarla y conseguir que suene bien.

Hay algo de cierto (pero poco) en todo ello. Una labor de masterizado a veces puede salvar algunos defectos de la mezcla. Algunos y no TODOS.

Es habitual que el técnico de masterizado cuente con unos equipos y una sala acondicionada acústicamente que le permitan oir y analizar detalles que le pasaron por alto al técnico que realizó la mezcla. También es cierto que, en muchísimos casos, las operaciones de ecualización y procesado del rango dinámico realizadas por el técnico de masterizado otorgan una apariencia de "producto terminado" de la que carecen muchas mezclas salidas del estudio de grabación. Pero ello no significa que el proceso de masterizado pueda convertir una mezcla mala en un producto final fantástico, por muy bueno que sea el técnico.

Hay algunos que dicen que el masterizado siempre puede darte un "puntito" más en la nota final. Es decir, si tenías un 4,5 puede darte el aprobado. Y si tenías un 7 puede darte un 8 (¡o incluso un 9!). Pero un masterizado difícilmente podrá hacer magia y convertir una mezcla espantosa en una mezcla fantástica. Eso que quede claro.

Los procesos que intervienen en la labor de masterizado son básicamente 5: ecualización, compresión, procesado de estéreo, simulación de reflexiones (reverb) y eliminación de picos mediante el uso de un tipo especial de compresor llamado limitador. Aunque también hay que decir que en muchos casos cada técnico aplica su "librillo" y hay algunos que jamás aplican más de dos o tres de los procesos arriba descritos. En todo caso, siempre dependerá de las necesidades del tema (o temas) en cuestión. El orden en que se aplican estos procesos también depende del contexto y de la experiencia de cada uno. Intentaré explicarlo todo sin usar demasiados términos técnicos y, en este artículo, analizaremos los dos más importantes.

1) Ecualización. Sirve para corregir o realzar algunas características tonales del "programa". En la jerga profesional se entiende por "programa" al contenido sonoro que va a ser procesado. Es decir, y hablando en términos muy poco ortodoxos, pueden alterarse características tales como el "brillo", los "graves", etc... En realidad los técnicos de masterizado suelen realizar ajustes muy sutiles para evitar perjudicar el sentido artístico de la mezcla aunque a veces, si la ocasión lo requiere, pueden tomarse medidas más drásticas. La herramienta usada en estos casos es el ecualizador, tanto analógico como digital. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes: el analógico suele impartir un "color" determinado y algunas características de respuesta "no lineal" (llamémosle distorsión, para entendernos); el digital tiene la ventaja de poder ser integrado en el software de edición y de proporcionar algoritmos (formulitas, vamos) con características imposibles de encontrar en el mundo "real".

2) Compresión. Sirve para reducir el "rango dinámico" del programa. ¿Y para qué iba a interesarnos reducir el rango dinámico de un sonido si los técnicos llevan años pidiendo aparatos con un mayor rango dinámico y en teoría un mayor rango dinámico es sinónimo de una mayor calidad de sonido? La respuesta a esta paradoja está en las modas. Hace 20 años era muy difícil y caro obtener los aparatos que permitían reducir mucho el rango dinámico de un programa sin que apareciesen los temidos efectos secundarios del "pumping" (bombeo) o el "breathing" (respiro) y además, el uso de tales dispositivos hubiera destapado los problemas de ruido de fondo de la tecnología de la época. Ahora, con mesas digitales, ordenadores y previos de altísima calidad a un precio más que razonable, pueden aplicarse técnicas extremas de reducción del rango dinámico y al obtenerse como efecto de las mismas un aumento del volumen aparente de la señal sonora. El material que ha sido fuertemente procesado por un compresor (o limitador, también en muchos casos) carece de diferencias de volumen entre sus fragmentos "flojos" y "fuertes" por lo que acaba sonando todo "fuerte" durante "todo el tiempo". Ese hecho puede acabar resultando un arma de doble filo: por una parte se consiguen mezclas fuertes y potentes comparables a las demás en cualquier sitio; por otra parte, la música permanece siempre a todo trapo, desapareciendo cualquier sutileza y perdiéndose un recurso que la música viene usando desde siglos: los reguladores dinámicos, el fraseo musical, los crescendos, etc... El resultado acaba siendo muy potente, pero agotador. Parecido a si alguien te estuviera gritando siempre, aunque bajases el volumen lo seguirías oyendo flojo, ¡pero gritando!.

Posiblemente ello esté contribuyendo a que la música sea cada vez más difícil de escuchar y canse más escucharse un LP entero de principio a fin, tal y como era habitual con la música AOR de los 70. Los técnicos vivimos esta moda con resignación y, aunque intentamos no excedernos en la reducción del rango dinámico, muchos clientes no parecen entender el problema y simplemente se quejan de que hay "otros discos que suenan más fuerte".

De ahí las denominadas "GUERRAS DEL VOLUMEN". Cada técnico lucha por conseguir hacer parecer sus masters lo más fuertes posibles frente a los de la competencia y en ese campo el ingenio de los profesionales se ha agudizado hasta límites insospechados. Los más chapuceros, usan el compresor-limitador con parámetros extremos con el resultado de un desagradable efecto secundario: la distorsión de intermodulación, una de las distorsiones más desagradables que existen y que no tiene nada que ver con esa distorsión cálida y a la vez agresiva de las válvulas de antaño. Otros más profesionales lo que hacen es espabilarse ya desde el proceso mismo de la mezcla, usando técnicas de gestión del espectro sonoro que refuerzan la sensación de volumen usando trucos psico-acústicos. También hay algunas herramientas "secretas" que apuran aún más ese decibelio extra que hará que tu mezcla suene más fuerte que la del vecino.

Como decían los generales: ¡ESTO ES LA GUERRA!

y yo añado: "¡Sálvese quién pueda!" (y quiera, claro).

lunes, febrero 06, 2006

Al comprarme una revista de informática me he encontrado un artículo que analiza con sorprendente clarividencia algunos de los temas que ya traté en el blog acerca del futuro del mercado discográfico. Creo que voy a recortarlo y ponerle un marco.

Después me lo he encontrado en versión digital gratuita.

Aquí está